Editorial núm. 7

Miguel Perlado [Psicólogo (COPC). Psicoterapeuta (FEAP). Psicoanalista (SEP-IPA). Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Psicoanálisis (SEP-IPA). Miembro de la Junta Directiva de la Sección de Psicoterapia Psicoanalítica de la FEAP. Miembro de la International Cultic Studies Association (ICSA). En los últimos 17 años, se ha especializado en la ayuda a familiares y ex miembros de sectas. Colabora como profesor en el Máster de Espiritualidad Transcultural, impartido por la Fundación Vidal y Barraquer. Coordina el Grupo de Trabajo sobre Derivas Sectarias del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña (COPC). Ha compilado el texto especializado Estudios clínicos sobre sectas (2004). Ha escrito numerosos artículos en revistas y colabora regularmente con los medios de comunicación en la sensibilización pública. Mantiene el proyecto EducaSectas, que reúne diversos espacios web de libre acceso que informan sobre las sectas].

Los pasados días 4 y 5 de marzo de 2016, Madrid acogió el II Encuentro Nacional de Profesionales, Familiares y Ex Miembros de Sectas.

Se trata de un encuentro de trabajo que se extiende durante dos días, y que viene impulsado desde el Grupo de Trabajo que coordino sobre Derivas Sectarias del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña (COPC) y la asociación AIIAP de familiares y afectados, en la que desarrollo tareas de supervisión en la actualidad.

El embrión de este proyecto empezó a gestarse ya hace unos años y en donde la particularidad es que se da voz tanto a los afectados como a los profesionales en un mismo lugar. Si bien en nuestro país se habían desarrollado actividades puntuales a lo largo de los últimos veinte años, hasta el momento no se había probado con una fórmula combinada de este tipo.

El año pasado, nos encontramos en Barcelona cerca de unas cien personas, presentando además un documental con fines didácticos, que en estos momentos es de libre acceso y está disponible en diversos idiomas.  En esta ocasión, la cifra de asistentes fue bastante similar y algunos de los temas en torno a los cuales reflexionamos fueron las derivas sectarias dentro de la Iglesia Católica, así como aquellas otras más relacionadas con pretendidas nuevas terapias y también sobre la anulación de la creatividad por parte de las sectas.

Si bien estos Encuentros no son una terapia de grupo, sí desarrollan una función terapéutica, en tanto que permiten a los ex miembros salir de sentimientos tan paralizantes como la vergüenza, la culpa y el ostracismo en el que quedan tras su salida del grupo. De hecho, antes de la jornada de trabajo propiamente dicha -que se organiza al modo de conferencias y debates, pudiendo presentar tanto los profesionales como los ex miembros o los familiares- tuvo lugar el workshop para ex miembros. Se trata de un espacio reservado exclusivamente a la participación de ex adeptos de una secta, en el que durante dos horas y media, trabajamos la cuestión de la identidad a la salida de una secta y la capacidad para imaginar un futuro que sobrepase el dolor del trauma vivido en la relación sectaria.

Por un lado, este II Encuentro permitió evidenciar una vez más la enorme complejidad del fenómeno, así como de sus manifestaciones clínicas. Las propuestas actuales son mucho más sutiles, envueltas en una seducción que atrapa, prometiendo una suerte de experiencia de transformación que termina deslizándose sinuosamente hacia una relación de dominio, en la que se toma el control de la mente mediante prácticas de grupo que tienden a favorecer la disociación y una idealización extenuante.

El núcleo de la experiencia se conforma en torno a una relación que busca “sorber el seso”, en donde el inductor de esta suerte de folie, asegura tener un don o unas capacidades extraordinarias y despliega un estilo de relación basado en la fascinación y la obediencia ciega. Aquello que algunos designaran como el “síndrome del pastor” apunta a un vínculo adhesivo en el que uno se siente en posesión de la verdad última y el otro cae convencido de ser un escogido.

A la salida, el dolor ante la pérdida de esa condición tan especial puede ser tan insoportable, a la vez que el temor a represalias por parte del grupo es tan intenso, que muchos prefieren regresar dentro del grupo a modo de refugio psíquico. Y los que salen, son tildados de mentirosos, apóstatas, desequilibrados o tantas otras cosas más. De ahí que Encuentros como los que celebramos, den voz y lugar para recuperar el pensamiento, como un área de transición en donde el ex miembro pueda permitirse imaginarse nuevamente.

El problema ya no es tanto la influencia en sí -inevitable por otra parte entre dos seres humanos-, sino más bien la intensidad y finalidad de la misma. En las sectas, estimulando prácticas muy regresivas, se favorece un funcionamiento psicótico dentro del grupo, reactivando partes muy arcaicas de la personalidad que lejos de ser contenidas y metabolizadas, son capturadas por la parte perversa narcisista de aquél que funciona como inductor, que de este modo despliega un estilo relacional parasitario. O como decía uno de los asistentes, recordando las palabras de su gurú ante algún comportamiento crítico en el pasado: “ustedes lo que hacen es chupar y chupar de mi teta, sacándome toda la leche, pero luego me la escupen a la cara y por eso ustedes deben deberán pagar espiritualmente, porque solo chupan y chupan pero no comen mi alimento y yo cargo con todo eso…pero como ustedes no valoran lo que les doy y solo saben de la carne, me pagarán desde la carne: con su dinero cada mes”.

Las experiencias de aquellos que en este Encuentro pudieron hablar, mostraban la transversalidad del daño, especialmente bajo la forma de una violación de la intimidad y grados variables de abuso emocional, físico y/o sexual. Adicionalmente, en otras presentaciones, se abordó la anulación de la creatividad por parte del funcionamiento sectario. El pensamiento simbólico queda suplantado por un funcionamiento basado en eslóganes, que funcionan como mantras a repetirse y que lejos de promover el pensamiento empujan hacia una identificación mimética y un estado mental sectarizado. En conjunto, todas las experiencias de vida presentadas mostraban el común denominador del trauma, cuyas secuelas se extienden durante años, pero también hablaron de la esperanza y de la libertad mental recuperada tras el abandono de ese vínculo tan adictivo.

Junto a otros paneles en donde se presentaron trabajos de investigación y se abordó la cuestión de las repercusiones legales, los otros temas que guiaron este II Encuentro fueron las derivas sectarias en el ámbito de la psicoterapia y la situación de los menores bajo influencia sectaria. Y es que en los últimos años, empezamos a atender en consulta a “segundas generaciones”, es decir, hijos de padres que quedaron envueltos por una secta y que crecieron en ese contexto relacional. Y aquí el problema es mayor, ya que gran parte del trabajo terapéutico pasará por la construcción una mente que ayude a pensar pensamientos propios que no pudieron nunca ser pensados dentro del grupo, a la vez que ayudar al desarrollo emocional y relacional en un escenario mental en el que el acceso a la triangulación edípicalo más básico del desarrollo se ha visto alterado sustancialmente dentro del grupo.

Las principales conclusiones de este II Encuentro se concentraron en torno a los siguientes puntos, a) la escasa preparación de los profesionales en la detección y la asistencia en temas relacionados con sectas, 2) la necesidad de una mayor sensibilización pública, 3) la necesidad de una regulación que ponga límites al crecimiento exponencial de prácticas relacionadas con temas de salud, campo en donde se detectan numerosas derivas sectarias en lo últimos años, 4) la necesidad de una mayor formación a jueces y fiscales sobre los riesgos asociados y las transgresiones habituales de este tipo de relaciones, 5) la desprotección social que viven las familias y los ex miembros afectados y 6) la idoneidad de encuentros como estos, en donde compartir experiencias y recursos.

AIIAP