Isabelle Chartier-Siben. Doctora en Medicina, psicoterapeuta y victimóloga, formada en teología. En 2022 fundó la asociación “Cést à dire” destinada a la ayuda de víctimas de abusos físicos, psicológicos y espirituales, especialmente en el ámbito religioso y también víctimas de atentados. Ha colaborado como experta con diferentes instituciones: senado francés, universidades, diócesis, institutos religiosos, asociaciones. Ha participado en artículos, documentales, películas y libros. En 2016 fue condecorada con la Legión de Honor por su actuación dentro de la asociación y por su trabajo de investigación sobre la influencia y el trauma psíquico.
Trabajo presentado originalmente en el VII Encuentro Nacional de Profesionales, Familiares y Ex Miembros de Sectas, celebrado en Logroño los días 4 y 5 de marzo de 2022.
El abuso espiritual existe tanto en una relación de 2 como en la manipulación grupal, de tipo sectario. Estos abusos aún no han recibido una definición reconocida internacionalmente. Se pueden definir a partir del lugar en el que se practican: un entorno espiritual o un ambiente religioso. O a partir de su destino: el centro o corazón espiritual de la persona afectada. En todo caso, impactan dañando o incluso destruyendo las funciones más elevadas e íntimas del ser. Este es el summum/colmo/punto culminante de la traición en esta relación.
Cuando se creó oficialmente la asociación “C’est-à-dire” en 2002, incluimos inmediatamente en los estatutos que constituía una asociación para “ayudar a las víctimas de maltrato físico, psicológico y espiritual” porque después de algunos años de monitorear a las víctimas, sentimos desde el principio el peso de lo espiritual.
Pero, poco a poco, al detallar el mecanismo de cada abuso, llegué a la conclusión de que todo se trataba de manipulación mental y/o voluntad de poder, que interviene tanto a nivel individual como a nivel colectivo.
1. LAS TÉCNICAS DE ABUSO PUEDEN EXISTIR EN UN MARCO SECULAR O EN CUALQUIER MARCO RELIGIOSO
Todo esto a través de todo tipo de maltrato ya sea entre dos personas o institucionalizado:
Abusos financieros y administrativos
La manipulación mental propiamente dicha, que va desde lo burdo hasta lo subliminal. No nos referimos aquí a ligeras discrepancias en el día a día, sino a la acumulación de múltiples pequeños maltratos: insultos, humillaciones, burlas, ocultaciones, mentiras, palabrotas/malas palabras, promesas incumplidas, chantajes, sospechas, rumores, mandatos contradictorios, cuestionamientos o negación de palabra, emociones o sentimientos, chismes, difamaciones….
Maltrato físico: golpes y lesiones, prescripción abusiva de psicofármacos y/o sin consulta con un psiquiatra independiente, incumplimiento de un mínimo de sueño, exceso de trabajo, exigencias alimentarias exageradas (ayunos excesivos, alimentación forzada hasta inducir el vómito y sobrepeso).
Abusos sexuales que van desde el exhibicionismo hasta la violación.
Lo vemos en lo que acabo de describir anteriormente: el maltrato afecta a las relaciones humanas, entre mujeres y hombres; y vemos que, uno de ellos se erigirá como un gurú, un dictador, adquiriendo un ascendente mortal sobre los demás. Las consecuencias serán psicológicas y somáticas. La persona objetivo se desestabilizará y perderá la confianza en sí misma. A lo sumo, podemos presenciar un “descerebración” de la víctima, como bien lo describe el psiquiatra Racamier.
Todos estos abusos se encaminan a subyugar al otro, a reedificarlo (cosificarlo) en beneficio del gusto del abusador por el poder, el dinero, el sexo, el prestigio.
2. ABUSOS ESPECÍFICAMENTE ESPIRITUALES
Finalmente, fue la confrontación con sistemas en deriva sectaria en un ambiente religioso lo que me confirmó que el abuso espiritual realmente existía.
Es tanto a través de los síntomas que manifiestan las personas (características de un trauma psíquico idéntico al que encontramos después de atentados, desastres naturales, violaciones y fenómenos de control) como a través de las técnicas de abusos, que llegué al diagnóstico; siempre teniendo en cuenta que estos abusos espirituales también podían existir entre 2 personas fuera de un sistema colectivo.
El abuso espiritual aportará un toque nauseabundo a estas relaciones humanas desviadas. Abandonamos la horizontalidad de las relaciones humanas para entrar en la verticalidad.
Ejemplo de Dennis:
Denis es un hombre sencillo, tiene ahora 78 años. A los 13 años se fue de vacaciones a un campamento, campamento que contaba con la presencia de un sacerdote. Uno de los jóvenes cae enfermo, el sacerdote se ofrece a quedarse con él mientras los jóvenes jugaban a la búsqueda del tesoro. Los jóvenes terminan antes de lo esperado y regresan al campamento; encuentran al sacerdote tendido desnudo encima de su camarada dentro de la tienda. Los jóvenes agarran al sacerdote por los pies y lo sacan de la tienda. Avisan a otro cura, los regaña por haber maltratado al sacerdote, interrumpe el campamento y… disuelve el grupo prohibiendo a los jóvenes volver a verse. Los jóvenes sólo pueden obedecer. Le pregunto a Denis: ¿pero no has vuelto a ver a nadie?, no; ¿no fuiste a ninguna abadía?, no.
En ese momento los teléfonos móviles no existían. Y Denis, que nunca más volvió a pisar una iglesia, me dijo: entiendes, era un cura, es como si fuera Dios quien hubiera violado a Charles y como si Dios ya no nos quisiera, como si se deshiciera de nosotros.
Y siempre es la misma historia: lo que experimentan las personas abusadas en un entorno espiritual es que Dios, Dios mismo o un poder de vida, los traicionó.
Denis, que provenía de una familia rica e intelectual, experimentará, a raíz de este evento, una descomposición de sus capacidades intelectuales y toda su vida resultará afectada, degradada.
Cuando el abuso es cometido por uno de los padres, por una persona con autoridad, la relación transgeneracional se ve afectada. Cuando el abuso es cometido por un representante religioso, es la trascendencia la que se ve afectada.
Los niños lo expresan muy bien, sin importar que pertenezcan o no a un sistema de creencias o a un sistema religioso. Cuando son abusados sexualmente, por ejemplo, incluso por uno de sus padres, guardan en su interior la esperanza de algo más, una esperanza de algo más grande, una mirada más allá. Pero cuando el abuso se comete en un ambiente religioso, esta esperanza, este impulso hacia lo más alto no surge. El niño queda abatido en todas sus dimensiones sensitivas, afectivas, cognitivas y espirituales.
Como podemos ver, el abuso espiritual se puede definir como el abuso cometido en un entorno espiritual o por un representante de esta espiritualidad.
Se trata por tanto de la mayor de las traiciones. Aquel en quien la persona había puesto su confianza, aquel ante el cual se había expuesto, aquel mismo que había de conducirla a Dios o a lo trascedente, aquel que había de ser el buen guía, es quien hace algo incomprensible y destruye la confianza y a veces la inocencia. La persona queda por tanto desprovista de recursos.
Esta persona ha sido traicionada en su búsqueda del bien, lo bueno, lo bello.
Pero el maltrato espiritual también puede definirse como una agresión que afecta directamente lo espiritual en la persona, es decir lo íntimo de la persona, el lugar de su creencia en la vida, el santuario de su alma, el lugar santo del encuentro, el lugar de la conciencia…en definitiva, un lugar sagrado y único para cada ser.
Para acompañar mis palabras, los remito al artículo del profesor Samuel Fernández de la Universidad Pontificia de Chile
“Hacia una definición del abuso de conciencia en el ámbito católico”
(artículo que encontrará en francés, español e inglés en nuestro sitio:
Cestadireweb.org: https://cestadireweb.org)/
¿Cómo puede verse de esta manera afectado lo más avanzado/puntero del ser?
3. MÉTODOS
Los métodos utilizados hurgan en los tesoros propios de cada movimiento espiritual.
- Los textos (Torá, Biblia, Corán, canon budista…), pero también la teología, son sacados de su contexto, distorsionados y utilizados de forma adulterada y dirigen a las personas no hacia más libertad, más conciencia, sino hacia un enclaustramiento ideológico.
- Los ritos y símbolos que sirven para alcanzar lo elevado, atrapan en estereotipos y obsesionan a las víctimas.
- Las virtudes que encontramos en las diferentes religiones se emplean para el abuso:
– La obediencia a Dios y a sus representantes o mensajeros: La obediencia que normalmente debe ser la garante de la libertad de todos y del equilibrio de una comunidad, puede convertirse en abuso de autoridad hasta llegar a la esclavización = toma del poder. El autoritarismo se ejerce en nombre del deber de obediencia
– La humildad se convierte en humillación. Las humillaciones están permitidas bajo la apariencia de la humildad.
– El don de sí se convierte en asesinato psíquico o autoriza el abuso sexual
– El perdón cuando aún no se reconoce el alcance de las consecuencias del abuso o incluso con la inversión de los protagonistas: se pide al abusado que pida perdón al abusador.
– El silencio o «morderse la lengua» se convierte en discurso anulado (negación y silencio impuesto). Este silencio permitirá actuar con impunidad y autorizará la mentira.
– La compasión que muchas veces es solicitada por el abusador para cometer su fechoría: “Necesito este favor para vivir mi misión de manera equilibrada” …
– La misericordia, que perdona y protege al abusador y sobre todo que no le impone prohibición alguna.
– La oración, la alabanza, se convierten en negación de la realidad o incluso en acto de magia.
– Las limosnas se pueden usar para despojar a un creyente de sus posesiones para el beneficio exclusivo de un gurú.
– El ayuno puede usarse en exceso para debilitar a la persona, volverla más maleable, hacerle perder el discernimiento.
– Los exorcismos pueden ser armas formidables para silenciar a la gente. Ante cualquier cuestionamiento, cualquier crítica, se recurre al responsable «especializado» y la oración así administrada vendrá a cimentar el abuso entre el silencio y la culpa de una supuesta infestación demoníaca. Aquí es donde llegamos más lejos en el abuso espiritual. El abusador es por tanto un impostor que se interpone en su camino y ocupará el lugar del corazón de su búsqueda. Podemos hablar entonces de violación del alma.
4. delirios, delirios insidiosos, que pueden seducir por su lógica.
He visto a muchos líderes religiosos ser seducidos por discursos totalmente delirantes; el punto de partida era correcto pero la conclusión conducía al absurdo.
Ej.: espermatozoides vírgenes que sanan a las personas violadas y remplazan sus pensamientos por los pensamientos de María, …
4. ABUSO ESPIRITUAL: FACILITADOR DEL ABUSO Y CONTROL
Los abusos espirituales grandes o pequeños favorecerán todos los demás abusos; ambos son dañinos en sí mismos, pero también son grandes facilitadores de más abusos valiéndose del motor extremadamente efectivo de la trascendencia, de la revelación directa de un poder superior.
Pueden intervenir en 3 momentos:
- Espontáneamente: “tu alma es fea” escuchó decir una joven, “la Virgen dice que tu lugar está en tal comunidad”, “siento que debes ir a tal país”
- Para justificar todos los demás abusos, incluido el abuso sexual: es «para la gloria de Dios», «para la misión», «para el servicio de la comunidad», «para una mejor unión con Dios», «es el deseo de Nuestra Señora”, “somos elegidos para llevar un nuevo mensaje al mundo”,incluso: “Los órganos sexuales son la parte más noble de nuestro ser, honrarlos es honrar la creación” durante un acto sin consentimiento.
- Para «borrar» los malos tratos: «obedeciéndome así estás obedeciendo a Dios», «Dios está contento con lo que hemos hecho», «el cielo está de fiesta», «lo que hemos vivido no tiene nada que ver con una relación sexual, todo entre nosotros es ahora un compartir del amor divino”.
El control, es decir, el sometimiento a un sistema que aniquila la conciencia y la libertad, también se ve muy facilitado por el abuso espiritual.
El acto de seducción, la primera etapa del control, seducción que se centra en los intereses y las creencias ordinarias de la vida, se ve enormemente amplificado por el sistema de creencias religiosas y la fe de las víctimas. La gente dedica mucho más esfuerzo y fervor cuando se trata de su fe.
La dependencia, el segundo acto de control, también se encuentra favorecida por lo espiritual. En su búsqueda de la perfección, la persona sometida exigirá más, con lo que se hace partícipe de su propio abuso.
Y cuando se produzcan los maltratos, la víctima los soportará en nombre de su crecimiento espiritual, de su santificación. En un acto que cree de humildad y esfuerzo, irrumpe el masoquismo y acepta lo inaceptable.
En su búsqueda de ayuda y confianza en el otro, la víctima es engañada. Se vulneran su creencia, su fe, los cimientos de su identidad.
5. LAS CONSECUENCIAS
Como vemos, los abusos espirituales, además de las consecuencias de otros abusos con los que a menudo se mezclan, tienen sus propias consecuencias, que son psicológicas, somáticas y espirituales.
Las primeras consecuencias de estos abusos espirituales están relacionadas con el trauma. Trauma que sobreviene cuando las defensas psíquicas de la persona se ven superadas por la violencia y lo inesperado. En un ambiente religioso, la persona confía, abandona sus defensas, lo que constituye la definición misma del acto religioso: la entrega a algo más grande que uno mismo. Por lo tanto, el episodio de abuso irrumpirá en la psique, permanecerá allí instalado, y revelará instantáneamente, meses o incluso años después del trauma en forma de reviviscencias y evitaciones.
Las consecuencias también se relacionan con el control. Al no poder vivir más con su propia identidad, la gente se disocia. Las disociaciones pueden tomar muchas formas, pero frecuentemente encontramos disociaciones tipo PAN-PE: parte aparentemente normal y parte emocional. La gente vive en el exterior de forma adaptada o incluso contenta según un modelo impuesto, siempre sonriente, aunque por otra parte experimenta lo que en ciertas comunidades se llama “crisis”: descargas emocionales que no están vinculadas a nada. Estas crisis pueden ser violentas y durar varios días.
Recibo personas que están vacías, vacías de sentimientos, vacías de emociones, vacías de pensamientos. La gran brecha experimentada entre lo demandado y el propio yo les obliga a negar, a matar todo aquello que constituía su propia identidad.
En consonancia con estas disociaciones tenemos la hiperespiritualización que conduce a una desrealización que llevada al extremo conduce a la psicosis.
Así estos abusos espirituales conducirán a la desorganización, desorganización en la relación consigo mismo y desorganización en la relación con Dios o con un principio de vida. La persona engañada en profundidad, la mayoría de las veces humillada en cuanto a sus propias capacidades de discernimiento abandonará su búsqueda espiritual ya sea por elección consciente o por obligación: traumatizada, la persona experimentará reviviscencias y angustias insoportables cuando se acerque en mayor o menor medida a su propia intimidad, a su búsqueda de Dios.
En conclusión, en un ámbito religioso o espiritual, el abuso se producirá en un clima de oración, de alabanza, de ambiente religioso y hará que la persona pierda todos sus puntos de referencia: cognitivos, pero también emocionales y espirituales. La persona ya no sabe dónde está, ya no puede referirse a sus sentimientos internos, ya que los hay buenos y malos a los que llamamos buenos; después de un tiempo su inteligencia abdicará, primero un poco y luego completamente, ya que ya no puede confiar en su sentido común, ni en su pensamiento, ni en sus sensaciones, ni en sus emociones.
Como ya no puede confiar en sí misma, confiará completamente en el otro, el abusador o el sistema abusivo.
Este tipo de trato conduce a una gran confusión o incluso disociación en la víctima, pérdida de identidad y despersonalización, a lo que se asocian la pérdida de aprendizajes previos, e incluso enfermedades físicas y mentales.
En suma, asistimos a situaciones que pueden calificarse de tortura. Se trata de una traición, la peor de las traiciones, la traición definitiva: la de la confianza en Dios o en un principio superior.