En cierto momento me dijo que en absoluto queria tener conmigo relacciones sexuales, ya que le hacian sentirse «indigna», algo muy sorprendente porque éramos una pareja muy activa y apasionada sexualmente.
En casos de discusiones conmigo -que en los últimos meses eran frecuentísimas- a veces llamaba por telefono a su terapeuta para consultar, o me obligaba a escribir en papel mis propuestas o argumentos, papel , que por lo que supe, iba a ser visto y analizado por su terapeuta.
A veces decía con una voz extraña y que no era su forma de hablar, consignas como «yo solo puedo cuidar de mi propia salud». También empezó a hacer unas meditaciones cronometradas, como de 20 minutos (ponía el despertador para medir el tiempo) de las cuales salía como «colocada», por decirlo de algún modo.
Con todo ésto y algunas cosas más, la relación se hizo mas que imposible, pues estaba cada vez más dedicada a estas prácticas y su comportamiento era cada vez más como el de una iluminada que no atiende a razones.